¡Ven y Disfruta del Recorrido!
La vida burguesa y la vida tradicional convergen en Oviedo desde mediados del siglo XIX. Durante décadas, la ciudad fue el escenario en el que músicos, ganaderos, artistas y artesanos compartían protagonismo en un perfecto equilibrio. A través de esa ruta te invitamos a conocer todos los oficios presentes en aquellos años y que han quedado inmortalizados en forma de esculturas.
Hecha de bronce, esta obra del artista y escultor Mauro Álvarez se encuentra ubicada
junto a la entrada principal del Auditorio Príncipe Felipe. Se trata de un homenaje a la
música protagonizada por un virtuoso violinista. La concentración expresada en su rostro
refleja un realismo único.
Su autor ha sido siete veces Primer Premio del Certamen Provincial de Arte y ha
participado en multitud de ferias nacionales e internacionales. Asimismo, realizó una gran
labor como restaurador habitual en el Museo de Bellas Artes de Oviedo.
Esta escultura hecha en bronce es obra de Manuel García Linares y fue encargada a
principios del siglo XXI para presidir la Plaza General Ordoñez, aunque en el año 2019
fue trasladada al Parque de San Francisco, en el centro del casco urbano de Oviedo, donde
permanece desde entonces.
Se trata de un conjunto formado por las figuras de Pinín y Rosa, dos hermanos mellizos
protagonistas de la obra literaria homónima de Leopoldo Alas «Clarín». Los niños viven
en el prado de Somonte junto a su padre y la vaca Cordera, de quien depende el sustento
de toda la familia. Su situación económica obliga al padre a tener que vender a la Cordera,
que representa el amor materno para los pequeños y los ahorros de toda una vida para
el padre. Esta escultura representa el momento de esa entrañable despedida.
De acuerdo con el relato de Clarín, años después, durante la Guerra Carlista, Pinín fue
reclutado como quinto en el conflicto. De esta manera el escritor trata de equiparar las
clases sociales bajas con el ganado, pues ambos son consumidos en beneficio del progreso
de las clases altas.
Esta pieza de bronce, obra de Mauro Álvarez Fernández, está datada del año 2002. La
estatua, de estilo realista y tamaño natural, es un homenaje a Josefa Carril, una popular
fotógrafa que vivía en la capital y trabajaba junto con su marido, Antonio Hernández,
fotografiando en el Parque de San Francisco a la clase burguesa de la época, en el mismo
lugar donde se encuentra el monumento.
El conjunto escultórico lo forman ella y su
cámara fotográfica, conocida como cámara “minutera”, y el trípode, del cual cuelga un
cubo de agua, una silla y un caballito, el cual hace referencia al caballito de cartón que le
servía para mantener distraídos a los niños cuando les realizaba el retrato. El nombre de
«torera» le viene por el tipo de calzado que siempre usaba esta fotógrafa, unas
«manoletinas».
Esta pieza de bronce es obra de Miguel Berrocal, artista afamado por diseñar la
mundialmente conocida estatuilla de los Premios Goya. Esta datada 1972, aunque su
instalación se hizo en 1998, exactamente en el cruce de cinco calles peatonales (Palacio
Valdés, Milicias Nacionales, Pelayo, Progreso y Posada Herrera), los que le proporciona
una excelente visibilidad desde diferentes ángulos.
Representa el torso de un torero sobre un pedestal de mármol y forma parte de una serie
dedicada al mundo taurino. Sorprende el volumen logrado para la pieza, las formas
exageradamente redondeadas, la exquisita pulimentación del material y la rotundidad de
los acabados.
La escultura, hecha en bronce pulido, es obra de Santiago de Santiago, y está datada en 2011. El autor no cobró nada por la realización de esta obra al Ayuntamiento de Oviedo, a quien la donó, sufragando el ayuntamiento únicamente el coste de la fundición, aproximadamente unos treinta mil euros. Se trata de una escultura apoyada sobre una peana, en la que se ve una mujer ejecutando un paso de danza.
La guisandera es una obra hecha en bronce que da reconocimiento a todas las madres, a
las que se les homenajea por su labor silenciosa, paciente, tanto como amas de casa, como
en trabajos realizados en mesones, posadas, casas de comidas y sidrerías.
La composición representa a una mujer entre fogones y a una niña que mira atenta sus
indicaciones y consejos. Las figuras están situadas a ras de suelo de la Calle Gascona,
creando la cercanía que estas mujeres proporcionaban a todos los miembros de sus
hogares y con los que trabajaban. Su artista María Luisa Sánchez-Ocaña supo darle a esta
obra un aspecto que inspira el sosiego y la tranquilidad que escapa de las prisas habituales.
Esta escultura de bronce, obra de Sebastián Miranda y datada en 2005, se trata de
una copia moderna, de tamaño mayor que la original. Se llevó a cabo tras la muerte
del escultor, a petición de la asociación de sidrerías de la Calle Gascona. En ella se puede
observar a una mujer gitana llevando una cesta y hace hincapié en la sociedad gitana y su
forma de vida.
Sebastián Miranda es considerado tradicionalmente como un escultor anecdótico y
diletante. Tras su viaje a París se inició en la escultura, actividad en la que continuaría
trabajando el resto de su vida. Modeló figuras de pequeño formato que retratan casi
un siglo de la historia de España y que evolucionaron desde la estética posmodernista,
hacia el expresionismo, Art Decó y clasicismo de posguerra.
Esta estatua realizada en bronce y localizada en la plaza Trascorrales, es obra del autor
Manuel García Linares. El año de instalación fue 1996.
Esta obra rinde homenaje a las mujeres que hasta los años setenta del siglo XX llegaban
con sus burros para distribuir la leche en el casco urbano de Oviedo. Esta escultura se ha
colocado en el suelo, logrando la cercanía y familiaridad que se pretendía.
La composición es sencilla, una aldeana vestida a la antigua usanza, con un cazo en la
mano y rodeada de cachorros; a su vera, una burra, cargada con pesados bidones y con las
patas delanteras atadas, se agacha cansada para saciar la sed en un cubo.
Esta escultura situada en la Plaza de Trascorrales es obra del escultor mierense José
Antonio García Prieto. Reproduce, como su propio nombre indica, a un típico vendedor
de pescado. La escultura está compuesta por la figura de un hombre en cuclillas, situado
junto a una caja de forma rectangular en cuyo interior puede observarse la figura de
diferentes pescados.
La composición evoca a los típicos vendedores que debieron situarse
en las lonjas y plazas de mercados como la que albergó el edificio de Trascorrales, antiguo
mercado cubierto del pescado, cuya construcción terminó en 1866, y que hoy en día sirve
como centro cultural municipal o sala de exposiciones.
La escultura urbana conocida por el nombre Pescadera, está ubicada en la plaza
Trascorrales. La obra es de Sebastián Miranda, y está datada su inauguración en 2005. Es
una reproducción, en bronce fundido a la cera perdida, de una obra de menor tamaño de
una de las diez esculturas que conformaban un lote del autor adquirido por el
Ayuntamiento de Oviedo.
La obra está dedicada a Saturnina Requejo, «la Cachucha», una mujer de Cimadevilla que
aparece también en el «Retablo del Mar» obra igualmente de Sebastián Miranda, que se
encuentra en el Museo Casa Natal de Jovellanos en Gijón.
La escultura se encuentra en la plaza de Daoiz y Velarde, anexa a la plaza del Fontán,
en pleno corazón del casco antiguo de Oviedo, en la que se celebra el mercadillo y el
mercado de las flores. Se trata de una obra de Amado González Hevia conocido como
«Favila» y data de 1996.
Esta plaza fue sede durante los dos últimos siglos de un mercado en el que se ofrecía
lo mejor de la huerta, la ganadería y la artesanía asturiana todos los jueves y sábados.
El conjunto escultórico en bronce presenta a dos vendedoras tradicionales de cantería.
Para realizar la obra el escultor recurrió a una fotografía antigua de Adolfo López Armán,
fotógrafo y pintor español, que desarrolló su profesión en el Principado de Asturias a
partir de la década de los años treinta. La escultura refleja la clásica estampa de mujeres que
subían desde Faro a Oviedo para vender recipientes de barro realizados en la alfarería
familiar. En la foto original la anciana sentada estaba fumando, detalle que cambió el
escultor y sustituyó colocando una vasija en sus manos.